He dicho antes que todos los días se aprende algo; a veces hasta lo que, a primera vista, parece un disparate. No sé ustedes, pero yo creía que un libro tenía un «prólogo» y un «epílogo», mas, ahora veo que también puede tener un ultílogo, texto luego del final. ¿Verdad que parece broma?
Como también lo parece la palabra urbanita, para referirse a los «ratones de ciudad» como yo, que no soportamos mucho tiempo fuera de ella. Aquí se trata de tomar del inglés el término urbanite, que en esa lengua no suena tan mal como el calco en la nuestra.
Y no es que la primera parte de estos vocablos se haya quemado, sino que ustible y ustión se refieren a lo que se quema con mayor o menor facilidad. ¡Por mi madre!
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