Saber bien un idioma supone conocer las formas, las frases, los giros y los modismos que les son propios. La sensibilidad lingüística -- lo he repetido muchas veces -- nos alerta de aquello que no es correcto o no suena bien. Por ejemplo, hoy, en noticia sobre las declaraciones de Rick Santorum acerca de lo inevitable que es que el inglés sea el idioma oficial de un Puerto Rico estado de Estados Unidos, se dice que ello lo perjudicó en su campaña aquí, «cuando cobraron vuelo [sus] expresiones».
Me parece que al periodista, radicado en Washington, D.C. hace varios años, se le ha olvidado que lo que ha ocurrido es que esas expresiones causaron revuelo, frase harto conocida y usada en español. En nuestra lengua, al igual que en todas las demás, las cosas se dicen de cierta manera, y no deben usarse expresiones aproximadas, que, aunque se entiendan, resultan ajenas y extrañas a las formas consagradas por el uso de toda la vida.
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