domingo, 25 de marzo de 2012

El fuego que purifica

Aunque hace casi un cuarto de siglo que el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió que quemar la bandera del país era lícito, por considerarlo como una forma de expresión protegida constitucionalmente, todavía hay muchos que no se resignan a ello. Varios estados mantienen legislación que tipifica como delito la quema de la bandera. De ahí que un tribunal federal en Missouri haya tenido que declarar inconstitucional el estatuto estatal al respecto.

El patrioterismo americano -- encandilado, sobre todo, después del 11 de septiembre de 2001 -- ha continuado promoviendo en el Congreso una enmienda constitucional para prohibir la quema de la bandera. En la votación más reciente, esa iniciativa perdió por un voto, algo que, ciertamente, demuestra que el movimiento tiene fuerza.

Francamente, los verdaderos patriotas americanos son los que, abochornados e indignados, queman esa bandera, símbolo de discrimen, imperialismo y opresión.

3 comentarios:

Hiram Sánchez Martínez dijo...

Ningún derecho es absoluto. Hay cosas que deben quedar fuera del derecho a la libertad de expresión. La quema de las banderas nacionales, por ejemplo, es una de ellas. Es como si a alguien le diera coraje conmigo y, en vez de quemar mi retrato, quemara el retrato de mi madre. A mí me heriría, por supuesto, pero a mis hermanos, que no tendrían culpa de tal molestia, también. No creo que nadie deba tener derecho a quemar la bandera de Puerto Rico por más irritado que se sienta con Luis Fortuño.

Alberto Medina Carrero dijo...

Hiram: De acuerdo contigo en cuanto a la nuestra, pero Estados Unidos ha sido un país que le ha hecho tanto daño al resto de la humanidad -- incluido nuestro país y a parte de su propia gente -- que merece que se queme su bandera, como acto de protesta cívica. Es, ciertamente, preferible a actos de sabotaje, terrorismo o vandalismo.

Hiram Sánchez Martínez dijo...

No, mi querido amigo. Precisamente, como dices, parte de su propia gente ha sido víctima de sus gobernantes. Me viene a la mente la clase trabajadora norteamericana. Y los trabajadores tienen derecho a que se respete su símbolo nacional porque es el único que tienen. Estados Unidos no tiene dos banderas. Ellos no tienen por qué pagar por los platos rotos de la clase dominante. Repito, para mí la bandera de una nación —la que sea— es como el retrato de la madre, el cual no merece ser quemado para ofender a uno de los hijos que resulta ser un hijueputa. A mi me ofendería que alguien, mutatis mutandi, enojado contra el gobierno PNP, quemara mi bandera.