Continúan las controversias acerca de, por un lado, el ejercicio ilegal de la ingeniería y, por el otro, la impostura profesional de llamarse y firmar como tal, sin serlo. Sobre esto último, hay que señalar el argumento espurio de quienes pretenden defender al candidato del Partido Popular a la alcaldía de Ponce por firmarse «Ing.», aduciendo que lo que está prohibido es que una persona se presente como «ingeniero licenciado» sin serlo.
Pero, hombre, el entendido general de firmarse como ingeniero es que es licenciado. A nadie que se presente como ingeniero se le pregunta si, además de tener el título, tiene la licencia. (Aunque, ahora, con todo este revolú, habrá que hacerlo.) La norma general es que cuando un profesional se hace llamar o firma con el título se sobreentiende que tiene la licencia para ejercer como tal. De manera que, quien no estando licenciado se presenta con el título, lo hace con ánimo de engañar.
Añádase a lo anterior que al flamante candidato el Colegio de Ingenieros lo amonestó dos veces por dicha práctica, y se tendrá que concluir que, en esto, el individuo actúa con malicia premeditada y temeridad.
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