Los suizos siempre han tenido fama de civilizados y ecuánimes, pero parece que ahora están un tanto exaltados. En un referendum, acaban de apoyar una ley que castiga la celebración de manifestaciones públicas sin permiso o la desobediencia de los manifestantes a las indicaciones policiales en dichas actividades. La sanción económica es sustancial; el equivalente a $110,000.
Generalmente, este tipo de legislación es propia de regímenes represivos como los de Egipto, Myanmar o Siria. Sorprende, entonces, que Suiza se sume a tan «selecta» compañía, en lo que podría verse como un intento por acallar la protesta callejera y espontánea. Cierto es que hay manifestaciones que, por su naturaleza y tamaño deben ser coordinadas con las autoridades, para evitar o reducir su efecto negativo en el orden y la seguridad públicas, pero ello no debe ser tomado como una excusa para reprimirlas. El hecho de que el apoyo en la consulta fue de 55% demuestra que hay un sector del electorado suizo que rechaza esta ley o, cuando menos, tiene dudas sobre su sabiduría.
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