La denuncia de que se alteró significativamente la escena del crimen en el caso del alegado robo frustrado por el agente del Negociado de Investigaciones Especiales y a la vez escolta del Secretario de Justicia es perturbadora. Primero, porque toda alteración de la escena de un crimen lo es, ya que elimina o reduce las posibilidades de esclarecer los hechos. La reconstrucción de lo sucedido en este caso tiene poco valor, ya que no es posible corroborar físicamente dicha versión, toda vez que los objetos fueron movidos y sustraídos, antes de que los técnicos de ciencias forenses pudieran hacer su trabajo.
Segundo, porque el protagonista es un agente del orden público de alto nivel investigativo, que no debió permitir que las víctimas del robo retiraran sus pertenencias de la escena provocada por la intervención de él que resultó en la muerte a tiros de los tres alegados ladrones. Lo menos que puede decirse del agente es que violó crasamente el protocolo del procedimiento investigativo en lo penal.
Está por verse si podrá decirse algo peor.
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