El imperativo moral de «ama tu prójimo como a ti mismo» no se extiende, necesariamente, a la «prójima». No es un chiste ni un juego de palabras. Es que la «prójima» es, en primera instancia, una mujer de «conducta dudosa», aunque en segundo lugar se refiere a la mujer respecto de su marido. Por ello, nada malo hay en que un hombre casado ame a su prójima, pero ello no es extensivo a las otras «prójimas», cuya moral es cuestionable. Igual pasa con los solteros, que tampoco deben juntarse con las prójimas, por riesgos a la salud física y moral inherentes a esa clase de relación.
En fin, seguimos viendo que una letra cambia un mundo de significados.
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