Dentro del movimiento de «reforma» del derecho a reclamar por impericia médica--que se anunciaba como desastroso para las víctimas--se vislumbran unas rectificaciones muy necesarias, a juzgar por lo propuesto por el Gobernador. No hay duda de que eliminar los límites de compensación por «daños catastróficos» es un acierto. Nadie que tenga unas lesiones incapacitantes en grado sumo, a causa de la impericia en la atención de la salud, debe estar sometido a límites fijados arbitrariamente. Lo mismo debe decirse de los casos de muerte ocasionada por la negligencia médica.
Esperemos que el Poder Legislativo no sucumba ante las fuertes presiones que, seguramente, recibirá de parte de aseguradoras, hospitales y médicos, para que se restituyan dichos límites.
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