En estos días se plantea en Argentina un caso judicial la mar de interesante. Resulta que una mujer solicita la anulación de su matrimonio por la impotencia de su marido, evidenciada médicamente con una certificación de su virginidad. El marido asegura que ello es falso, y ofrece como prueba irrefutable tener sexo a la vista del tribunal. El tribunal ha rechazado tal ofrecimiento de prueba.
Supongo que en Argentina debe existir algo así como la regla de la mejor prueba. Lo cierto es que, en este caso, no habría mejor prueba que lo que el marido propone. Por supuesto, la dignidad del tribunal no permite algo así, pero quizá podría hacerse de otra manera. Por ejemplo, bastaría con una filmación del acto sexual vista «en cámara» por el juez y los abogados de las partes.
Anticipo una objeción a esta «prueba demostrativa»: que no reproduce exactamente las condiciones de lo que está en controversia. La demandante podría alegar que, independientemente del resultado positivo, el hombre no «funciona» con ella, algo que podría ser cierto. Por lo tanto, habría que programar una sesión entre ellos dos, y esa sí sería la mejor prueba.
¡Así de fascinante es el Derecho!
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