martes, 9 de agosto de 2011

¡De «accidente» nada!

Vamos a llamar las cosas por su nombre. Se cita a un oficial de la Policía --y el periódico lo hace suyo--diciendo que la muerte del joven de 13 años a manos de su hermano de 15 porque éste le apuntó con un rifle de perdigones y haló el gatillo es un «accidente».

No.

Un «accidente» es un suceso producto de la casualidad. El joven de 15 años escogió apuntar con el arma y halar el gatillo. Que el creyera que el arma estaba descargada es otra cosa. Lo ocurrido será una estupidez, inmadurez o negligencia, pero accidente no es. Catalogarlo de ello es comenzar a disculpar de inmediato al muchacho, quien, a su edad, debió ser consciente del peligro que entraña hacer lo que hizo con un arma de fuego. Su acto tendrá los atenuantes que se le puedan o quieran asignar, pero es producto de un proceder ejecutado de manera consciente, aunque su resultado no haya sido querido subjetivamente.


Respetemos el significado de las palabras, sin manipularlas para burlar la justicia.

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