lunes, 21 de julio de 2008

"Vísteme despacio..."

Se ha vuelto un lugar común la queja sobre el proceso de adopción en nuestro país, principalmente, por su presunta lentitud y alguna supuesta arbitrariedad. Por eso, viene bien dar a conocer la experiencia que se relata hoy en la prensa como la otra cara de la moneda.

Siempre me ha parecido que, sin llegar a un lapso exagerado, en esto de entregarle un menor a dos extraños para que lo críen el Estado debe andar con pies de plomo. Se trata de una responsabilidad muy grande, que no puede descargarse livianamente. Una decisión equivocada puede redundar en un daño irreparable. Demasiados abusos y maltratos hay en el seno de hogares con hijos biológicos, como para que el Estado, por una acción festinada, los propicie también. Si la gestación toma nueve meses, y a veces, la concepción mucho más que eso, entonces, no hay por qué apresurar un proceso tan delicado como éste, creando un remedio peor que la enfermedad.

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