jueves, 17 de julio de 2008

Un saludable escepticismo

Al margen de los méritos o deméritos de la decisión más reciente del Ministerio Público en el caso de los policías acusados de la brutalidad que le costó la vida a un ciudadano, el asunto pone de manifiesto, por un lado, la cuestión siempre espinosa de la apreciación de la prueba y los juicios profesionales encontrados, y por otro, la necesidad de un saludable escepticismo ante el dictamen de los subalternos. Los abogados, al igual que los demás profesionales, tenemos diferencias de criterio legítimas acerca de las cuestiones que atendemos. Por eso, nada hay de sorprendente en que alguien considere que no hay prueba suficiente para encausar a una persona por un delito, mientras otro estime lo contrario. Hace falta, sin embargo, una supervisión real de esas decisiones, sobre todo en casos en que hay funcionarios del orden público de por medio. Hay expedientes e informes cuya lectura razonada revela deficiencias e insuficiencias que aconsejan una investigación más acuciosa. Esta debe ser la norma a todos los niveles del aparato de la administración de la justicia.

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