martes, 21 de septiembre de 2010

La cosa no se ve bien.

A primera vista, luce difícil para él el caso del joven puertorriqueño apresado en España por llevar droga en su cuerpo, convertido, literalmente, en el «cuerpo del delito».  La veracidad de la explicación propuesta por su familia, en el sentido de que fue obligado a servir de «mula», está por verse, pero habrá que contestar satisfactoriamente algunas preguntas.  Por ejemplo, ¿quién lo forzó a ello?  ¿Fue un desconocido que lo atrapó o alguien con quien el joven tenía alguna relación previa?  En otras palabras, ¿se había juntado él con alguien de esa calaña, lo cual propició que se le usara en esa capacidad?

Todo parece indicar que no hay duda de que el joven es autor de los hechos delictivos.  Lo que está por dilucidarse es si es culpable o no culpable, que, como he dicho en ocasiones anteriores, es muy distinto de ser «inocente».

1 comentario:

Jaime Riera Seivane dijo...

Como Aníbal, que la gente sigue diciendo que fue inocente, cuando un jurado no lo encontró culpable. Incluso, muchos abogados estadolibristas siguen con esa mentalidad absurda; y eso, que yo no soy ducho en Derecho Penal y reconozco la diferencia de ambos conceptos.