Tiene que preocuparnos la lentitud con la que se manejan los casos en que se produce la muerte de una persona a manos de la policía. Aceptando que cada caso tiene que ser considerado en sus méritos, no hay duda de que tantas denuncias todavía pendientes de una adjudicación final es una mala señal, sobre todo en esta época, en que se ha recrudecido la violencia contra los ciudadanos por parte de la policía. Darle largas al asunto es fomentar un sentido de impunidad, algo que tiene consecuencias funestas para nuestra sociedad.
Cierto es que, en algunos casos, no aparecen los testigos que sostengan las acusaciones. Pero, hay que preguntarse cuánto empeño real se pone en hacer justicia en estos casos. En el sistema de justicia penal - al igual que en otros sectores de la vida - se desarrollan redes de amiguismo y favoritismo entre quienes trabajan muy de cerca. Entonces, cuando se «ataca» o impugna a un miembro de esa cofradía, los otros cierran filas en su defensa, activa o pasivamente. Dejar pasar el tiempo, mientras se «investiga», es una estrategia para no proceder o hacerlo en condiciones muy desfavorables para la víctima o sus familiares.
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