No es posible, en este momento, saber quién tiene razón en la discrepancia entre los peritos en el caso de abuso sexual por los hechos alegadamente ocurridos en Cidra. Lo que ello pone sobre el tapete son las grandes dificultades a las que se enfrenta el tribunal al aquilatar la prueba pericial en estos casos. Por un lado, sabemos de la gran incidencia de abuso sexual en nuestro medio. Hay profesionales con amplia experiencia en este asunto, cuyo criterio debe tomarse en cuenta. Pero, a veces, estas personas se identifican tanto con la causa de combatir este mal que pueden desarrollar una cierta predisposición a ver la culpabilidad a cómo dé lugar, es decir, tienen el "ánimo prevenido." Los abogados sabemos que la forma de entrevistar, interrogar o preguntar tiene mucho que ver con las respuestas que se obtienen. Hay informes periciales que son poco más que una colección de estereotipos y frases hechas, orientadas a una conclusión.
Quizá haya llegado el momento de exigir que las entrevistas en estos casos sean grabadas y estén accesibles al tribunal para que éste pueda hacer una evaluación independiente del proceso que llevó al perito a una determinada conclusión. Así se podría ver cuán repetidas o sugestivas fueron las preguntas que produjeron una respuesta, o cualquier otro aspecto que haya viciado la indagación profesional.
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