Dice el Gobernador que "espera" que la Marina deje los terrenos de Vieques limpiecitos, después de haberlos empuercado, con gusto y ganas, durante 60 años. Nada dice de "exigir" que esto se haga, incluso con recursos de ley, si ello fuere necesario. Así, nuestro Primer Ejecutivo queda limitado a tener la "esperanza", como cualquier hijo de vecino, de que sus socios del pacto tengan la decencia mínima de limpiar lo que ensuciaron. Como Blanche DuBois, él siempre ha vivido de "the kindness of strangers."
El Gobernador, herido de muerte por sus socios del Norte, no puede pulsear mucho con ellos en esto de Vieques. Ergo, la suavidad de un pétalo de rosa con la que trata el asunto. Como se decía antes: "De la esperanza vive el cautivo." Acevedo Vilá es cautivo del coloniaje, y está en peligro de serlo, literalmente, del imperio. Por eso, en vez de afirmarse en la defensa de los mejores intereses de Vieques, decide "esperar" que todo salga bien.
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