miércoles, 5 de septiembre de 2007

Un alumno aventajado

Algo habrá que hacer con la maestra que sostuvo relaciones sexuales con un alumno de 13 años. De lo que no estoy seguro es si la respuesta del derecho penal es la adecuada. Mi lectura de la tipificación del delito de agresión sexual me hace dudar de su aplicabilidad, en estrictísimo derecho. En primer lugar, porque la reputada "víctima" es quien lleva a cabo la penetración sexual que constituye la esencia del acto punible. En segundo término, porque el Código afirma como circunstancia esencial del delito el punto de vista de una persona situada con respecto a la edad y género de la víctima. Dejando a un lado la pésima redacción, me parece que se refiere a si la víctima verdaderamente se siente "ofendida" por la relación sexual. Tiene que ser así porque, de lo contrario, hubiera bastado con decir que cualquier relación sexual con una persona menor de 16 años constituirá agresión sexual.

La realidad es que ningún muchacho de 13 años se siente "agredido" u "ofendido" por las atenciones sexuales de una mujer de 24; en todo caso, se siente "agradecido." Igualmente ridícula me parece la imputación de maltrato institucional. No creo que el muchacho se sienta "maltratado." Una pena de cinco años me parece castigo cruel e inusitado por algo poco más que moralmente reprochable.

1 comentario:

Jaime Riera Seivane dijo...

Eso es lo que ocurre cuando un país mezcla en su estado de derecho la costumbre religiosa o moral religiosa en sus codicilos. Defini-tivamente la separación de iglesia y estado es una falacia. Esta unión de hecho (para usar la frase antihomosexual que está en muy en boga del grupo liderado por Carlos Sánchez) es palpable en todos los aspectos políticos y cotidianos de nuestro estado de derecho y vida rutinaria.

Regresando a la situación de tu nota, desde la óptica del estudiante agraciado, por haber yacido con una profesora de 24 años, sus compañeros lo verán de dos formas: 1. El que copuló con una "vieja"; y, 2. el que mediante la copulación logró que la despidieran y la acusaran. Para sus amigos, este chaval se convirtió en su héroe.

Coincido contigo y abundo más. Este muchacho se convertirá, o ya lo es, en un fanfarrón no arrepentido que probablemente con su altanería no reciprocó, favorablemente, a quien le mostró la otra cara del sexo y no intervenimos con la supuesta víctima quien, a lo mejor, también tiene un grado de responsabilidad. No obstante, protegemos a la víctima masculina porque era "inmaduro" y castigamos a la adulta por "abusadora".

La pena impuesta a la profesora no es cónsona con su acto, más aun, cuando nuestra sociedad juvenil ya viene con el "chip" de la sexualidad a toda velocidad desde su nacimiento. Esto me lleva a criticar la inercia de nuestro sistema al no hacer nada para remover el chip o modificarlo para que su velocidad ram vaya más a tono con su madurez mental.

Para mí, no hubo agredido ni agresor, lo que hubo fue una relación carnal no permitida por nuestras costumbres religiosas, "de hoy", la cual no está aceptada por nuestra sociedad "moderna".

No es que la condono a ella por ese acto de desesperación de relacionarse carnalmente con un muchacho, porque desconocemos el trama envuelto, sino que me apena que ella haya tenido que recurrir a un chico que, probablemente, su grado de madurez sea del tamaño de una semilla de soya.

Si fuera empleado de mercadeo, usaría este hecho para emplear el tan famoso slogan de "qué nos pasa Puerto Rico", pero desde un punto de vista muy liberal.

Mi conclusión, sin haber visto foto alguna de la muchacha joven que yació con un adolescente, es que su autoestima no estaba por la estratosfera o, segundo supuesto, el muchacho ligó muy bien con ella y supo como hacerlo para luego fanfarronear sin medir las consecuencias de su fanfarronería.

Esta es mi opinión sin resquicio de religiosidad alguna, porque no me queda ninguna en estos momentos de mi vida.