El Presidente del Senado rompe lanzas por el soldado puertorriqueño presuntamente asesinado por el ahora electo funcionario panameño. Bien hecho, excepto que lo hace, como siempre, bajo el palio de la iniciativa del gobierno de Estados Unidos, el cual no pierde ocasión de meterle un dedo en un ojo a cualquier régimen que no le sea afecto. Si esos mismos hechos hubieran ocurrido en la Panamá domesticada o en cualquier otro país perrito faldero del Tío Sam, Washington no hubiera dicho nada y, por supuesto, el Presidente del Senado tampoco hubiera chistado. Pero, con el permiso del Norte, se incursiona en la escena internacional.
Por supuesto, de ser cierto que la persona electa es culpable de la muerte de nuestro compatriota, y que el juicio absolutorio fue amapuchado, se trata de algo repudiable. Mas, ¿con qué fuerza moral puede Estados Unidos impugnar los procesos judiciales en otros países, cuando los suyos son tan fallidos y manipulados, como el de nuestro también compatriota "Pucho" Padilla?
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