El cambio de actitudes hacia las identidades de género y los avances de la ciencia al respecto propician controversias noveles en los tribunales y dictámenes contradictorios. En Texas se acaba de revocar una sentencia sumaria que invalidaba el matrimonio de un hombre ya fallecido y su pareja, originalmente un hombre pero que había vivido toda su vida como una mujer y se había cambiado el sexo con una operación poco antes del fallecimiento aludido. El tribunal de instancia acogió el planteamiento de que el matrimonio era nulo, por cuanto la ley de Texas prohíbe los matrimonios de personas del mismo sexo. Mas, en apelación, el tribunal decidió que no procedía la sentencia sumaria, por cuanto hay una controversia genuina que debe dilucidarse: si, a pesar de la realidad genital, el «hombre» en cuestión era una mujer al momento de contraer matrimonio, según el criterio científico que le adscribe a la realidad afectiva y psicológica mayor peso.
El pleito surgió porque la madre y la primera esposa y madre de dos hijos del fallecido quieren anular el matrimonio por cuestiones de herencia... y quizá de vergüenza ajena.
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