Y si de hablar se trata, hay mucho de qué hablar, sobre todo, de la gente que habla mucho y mal. Así, tenemos habladera, que en algunos de nuestros países significa «hablar mucho». Hablador es el «que por imprudencia o malicia cuenta todo lo que ve y oye». El «dicho o expresión inoportuna e impertinente que desagrada o injuria» es una habladuría. Para el «que habla lo que no debe» tenemos a escoger entre hablanchín, hablantín y hablistán.
Y no sigo, para que no se me tache de hablantinoso, por «hablar mucho», sino que se me considere hablista, «persona que se distingue por la pureza, propiedad y elegancia del lenguaje».
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