Hace algún tiempo critiqué a unos colegas que anunciaban sus servicios en casos de pérdidas en inversiones dudosas por parte de corredores de bolsa que habían actuado dolosamente o en claro menosprecio de su deber fiduciario. En esa ocasión ofrecían su asesoramiento inicial «libre de costo», en vez de gratis.
Parece que me leyeron o alguien se los dijo, pues han cambiado el anuncio...pero sigue estando mal. Ahora, son «gratuitas y libre de costo». Como si fueran dos cosas distintas. Supongo que se trata de esa rara enfermedad que aqueja a los abogados: querer ser precisos, cuando no hace falta. Porque, ¡carajo!, si son gratuitas, no hace falta añadir cosa alguna al respecto. Estos son de esos abogados que escriben y hablan mucho para impresionar al cliente y cobrarle más. ¡Dejen eso!
Un consejito gratuito...
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