En estos días de conmemoración de los veteranos de los cuerpos castrenses de Estados Unidos, resulta, cuando menos, irónico el trato discriminatorio o selectivo que reciben por parte del Departamento de Asuntos del Veterano del Gobierno de Estados Unidos los que sufren de traumas sexuales en el servicio militar. La American Civil Liberties Union lo ha documentado: en los últimos cuatro años, hay una marcada diferencia en el porciento de estos casos validados por el DAV, comparados con otros traumas.
No es porque haya pocos casos, pues en dicho periodo se registraron 15,862 solicitudes de beneficios por este concepto. Lo que sí ocurre es que el quantum de prueba es mayor, algo que resulta discriminatorio.
Me parece que a los americanos se les hace incómodo manejar el tema, pues se trata de un asunto que evidencia un grave problema de disciplina y moral en sus Fuerzas Armadas. Desde hace mucho tiempo, se ha denunciado un abuso sexual que comienza en las academias militares y continúa en las bases y dondequiera que estén las tropas. Compensar a los soldados víctimas por algo así es reconocer esta otra degeneración de la soldadesca americana, tan desacreditada por tantas otras indignidades.
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