miércoles, 6 de noviembre de 2013

«Amigo de Platón, pero, más amigo de la verdad»

Me parece que atribuir el descrédito judicial ante la opinión pública a la reacción  a uno o dos casos de «manzanas podridas» no aquilata adecuadamente la situación. Como he dicho muchas veces, los legos son solo eso, y no necesariamente son tontos. El país percibe que hay mucha falta de buen criterio en decisiones judiciales, no solo en lo penal, sino en lo civil. Hay «dudas razonables» que son, francamente, irrazonables. Hay «pasión, prejuicio y parcialidad». Hay «apreciaciones de la prueba» que resultan inexplicables. Con frecuencia «se cree lo que nadie más creería» o no se cree lo que todo el mundo creería.  Se conceden compensaciones ridículamente bajas o altas. Sin decir que los casos toman una eternidad porque los jueces lo permiten, y que hay jueces que no están aptos física ni mentalmente para desempeñar su función de manera cabal y se les permite continuar en funciones. Y la gente que va a los tribunales se da cuenta de todo esto.

Como ha dicho un conocido colega, no podemos asumir una mentalidad de bunker. Con ello, lo único que hacemos es atrincherarnos en la negación, las distinciones bizantinas, los reclamos de «fe en las instituciones» y las defensas a ultranza. Hay que reconocer errores, y enmendarlos prontamente, caiga quien caiga. Tolerar situaciones indeseables hasta que hagan crisis y salgan en la prensa es un error monumental. Los vicios en la Casa de la Justicia no son ocultos.

Repito: los legos no son tontos. No los tratemos como tales.

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