El racismo estadounidense es de antología. A Alabama le ha tomado más de 80 años otorgarle un «perdón» a tres de los nueve acusados negros conocidos como los Scottsboro Boys condenados injustamente por violar a dos mujeres blancas. A pesar de que a cinco de ellos se les exoneró, cuando una de las supuestas víctimas se retractó, y a otro se le perdonó en 1976, poco antes de morir, a estos tres no se les había perdonado, toda vez que la ley no permitía esa clemencia póstuma. No fue hasta este año que se legisló para ello.
Aún en este supuesto acto de justicia, hay algo de mezquindad; de cumplir con el expediente, sin hacer «cumplida justicia». Lo que debió hacerse hace décadas fue exonerarlos a todos, pues fueron víctimas de un jurado enteramente blanco que hizo caso omiso de importante prueba exculpatoria, y de una deficiente representación legal. El perdón no es el mecanismo idóneo en un caso como éste, pues deja subyacente la culpabilidad del convicto. Aquí no había nada que «perdonar», pues ellos no eran culpables.
Pero, eso es Alabama...
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