Me parece francamente insólita la oposición de la agupación de centros de cuido de niños al proyecto de ley que les impondría el deber de comunicarse con los padres o encargados de los niños, cuando pasen 45 minutos de la hora de entrada y el niño no haya llegado a la guardería. Se trata de una gestión de buena fe para ayudar a evitar las muertes por alegados olvidos de infantes en los vehículos, cosa que ocurre con cierta regularidad. Es un contrasentido que nos expresemos consternados por estas desgracias, pero no estemos dispuestos a realizar un trámite sencillo y nada oneroso para prevenirlas. Resulta estúpidamente insensible alegar que con ello se asume una responsabilidad que le corresponde a los padres, y que hay experiencia de que los padres no contestan las llamadas de los centros de cuido.
Cada cual debe hacer su parte para salvar estas vidas inocentes y totalmente vulnerables. Hay que eliminar, en lo posible, el olvido -- cierto o fingido -- que se esgrime como defensa para estos infanticidios. Ningún inconveniente, real o supuesto, justifica que no hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para salvar a nuestra niñez.
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