De vez en cuando, los americanos hacen cosas buenas. El año pasado aprobaron una ley que obliga a las agencias gubernamentales federales a comunicarse con el público en lo que ellos llaman plain English, es decir, inglés sencillo y entendible por cualquier hijo de vecino. La ley, que tendrá vigencia plena en octubre próximo, va más allá de ser una mera exhortación a usar bien la gramática, y exige que se nombre un funcionario de alto nivel que supervise su implantación en cada dependencia gubernamental. La ley, sin embargo, no se extiende a las comunicaciones entre agencias, en las que, seguramente, seguirá imperando el lenguaje impenetrable de la burocracia.
Aquí, que todo se copia de allá, deben aprobar una ley así, a ver si mejora el uso oficial del español. El problema puede ser encontrar suficientes supervisores lingüísticos capacitados...
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