Como ellos no se cansan, yo tampoco. El periódico titula de esta manera su editorial: «Una prioridad las personas autistas». Confieso que desconozco si el autismo ha sido detectado en el resto del mundo animal, porque, de lo contrario, la frase resaltada huelga. Supongo que lo ocurrido es que el titulista no quiso escribir lo que en otra época de menos complicaciones feministas hubiera sido suficiente: los autistas. Y no lo hizo porque, entonces, se hubiera visto «obligado» a decir «los y las», a la usanza de la gente con esa sensibilidad de nuevo cuño que se manifiesta en el llamado lenguaje «inclusivo». Esa buena gente -- inteligente y sensata en otros aspectos de la vida -- ha logrado «chantajear» a muchos para que adopten esta forma farragosa de hablar y escribir, para evitar que los tilden de cavernícolas prejuiciados. Pero, como ustedes saben, me tienen sin cuidado esas interpretaciones sobre mí, por lo que sigo aplicando y recomendando las normas sensatas de la buena redacción y la economía expresiva.
Para que hasta los autistas se den cuenta.
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