Con los impuestos no se juega. El Tribunal Supremo de Estados Unidos tiene ante sí un caso de deportación de un matrimonio japonés, residente desde 1984, por haber mentido en una declaración de impuestos que significó una pérdida de $245,000 para el fisco. Cuando la suma del fraude contributivo es mayor a $10,000, se convierte en un delito grave,y ello podría ser causa de anulación del permiso de residencia en el país y la consiguiente deportación.
Los americanos se toman muy en serio su sistema tributario. En el siglo 18, Benjamin Franklin sentenció que solo había dos cosas seguras en la vida: la muerte y los impuestos. Sigue siendo cierto.
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