jueves, 28 de abril de 2011

Una nota discordante

La investigación que se realiza de algunas figuras de los mundos deportivo y del espectáculo, como facilitadores del lavado de dinero de unos traficantes de drogas, deja al descubierto una práctica, cuando menos, cuestionable. El pago en efectivo de respetables sumas a unos cantantes y músicos, aun cuando no sea ilegal per se, debió alertar a quienes lo recibieron de que algo no andaba bien. ¿Qué razón válida tendría alguien para pagar $16,000 en efectivo a un cantante por una función? Una transacción por esa cantidad hecha de esa manera no tiene otra explicación que algún propósito ilegal de una o de ambas partes. Los artistas en cuestión no son niños, y debieron rechazar esa forma de pago...a menos que tuvieran su propia ilegalidad en mente, es decir, evadir tributar por ese dinero.

Tampoco puede alegarse que desconocían al sujeto que pagaba esos fiestones, pues hay prueba fílmica de que el hampón gustaba de subir a la tarima para recibir el aplauso del público por su generosidad, y su reputación era notoria. Que, por razones técnicas de derecho, no se proceda contra algunas de estas personas no evitará  que su buen nombre quede manchado, por haberse prestado para estas maniobras.

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