Desde que surgió la tecnología televisiva que permite grabar los programas y pasarlos luego, se hizo necesario distinguirlos de los que se trasmiten al momento de ocurrir. Así fue que se empezó a decir «en vivo», seguido, generalmente, de «y a todo color». Con el tiempo, y la ocasión de ver canales de otros países hispanohablantes, aprendimos que también se decía «en directo», para referirse a lo que no es grabado.
Pero, los boricuas --que nos distinguimos por la redundancia en el decir -- no nos conformamos con una de las dos maneras de comunicar esta idea. Hoy, la prensa, en artículo sobre los buscones de la religión por televisión, nos dice: «Evangelización en vivo y en directo».
Quizá se deba a que, como en este negocio del evangelismo hay tantos «vivos»...
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