En estos días, voy al hospital con frecuencia, por motivo de una cirugía a mi esposa. Hoy me acompañó mi hijo, quien comparte mis inquietudes por el idioma. Fue él quien me señaló un pegadizo en la puerta de la habitación del hospital, en el que figuran unas indicaciones relativas a la forma correcta de manejar los desperdicios que pueden contagiar las enfermedades. En ese texto bochornoso se habla de «bolsas de resurrección» y de elementos alternativos a la «resurrección boca-a-boca».
Sé que hoy es Jueves Santo, por lo que el tema de la «resurrección» está en boca de los cristianos de todo el mundo, pero, como todo el mundo sabe, en este contexto, se trata de resucitación. La diferencia estriba en que la resucitación es devolver, con ciertos métodos y técnicas, las funciones a una persona viva con muerte aparente; la resurrección es volver a la vida a un muerto, de lo cual sólo se conoce el caso que se celebra el próximo domingo en toda la cristiandad.
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