La inoperancia de la ley de la receta electrónica pone de manifiesto, entre otras cosas, el error de disponer términos demasiado breves para que las leyes entren en vigor, en general, y sobre todo, cuando es necesario aprobar reglamentos para su plena eficacia. Con demasiada frecuencia, las leyes tienen vigencia inmediata o en plazos de 30 o 60 días. Pretender que se preparen y se aprueben reglamentos - a veces sobre cuestiones de cierta complejidad - en periodos tan cortos es legislar de espaldas a la realidad.
El resultado es previsible: las leyes no se cumplen o sólo a medias, pues no hay los mecanismos adecuados para ello. De esta manera, el ciudadano le sigue perdiendo el respeto a la ley, pues la encuentra inútil o superflua, y el estado de derecho se queda en el papel.
2 comentarios:
yo recomendaría que compraran un libro, muy bueno, sobre leyes que se aprueban y que no tienen sentido o necesidad de aprobarse.
Jaime:
Gracias por el «anuncio»...
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