Prima facie, es significativa la decisión judicial de colocar las hermanas del niño asesinado con terceros que no son parte de la familia. Ello hace suponer que ni la madre ni el padre gozan de la confianza del tribunal para atenderlas. En el caso de la madre, las razones son obvias. En lo que respecta al padre, parecería que hay alguna sospecha. La exclusión de ambas familias como custodios temporeros también apunta a que no se les considera aptas para cuidarlas adecuadamente. Es como si se les imputara «pasión, prejuicio y parcialidad», por - sobre todo la familia materna - tener una disposición a encubrir lo que la madre haya hecho.
Habrá que ver, al final del camino, cuáles han sido las razones para haber tomado esta insólita decisión tan abruptamente.
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