lunes, 24 de marzo de 2008

Y eso, que son cristianos...

Un tribunal federal en Texas ha decidido que un seminario bautista podía negarle la permanencia a una profesora, basado en un texto bíblico que, según ellos, prohíbe que las mujeres enseñen a los hombres. Véase que la mujer estuvo enseñando allí durante seis años, por lo que uno tendría que concluir que la gente del seminario no se había leído bien la Biblia y, por ende, no se había percatado de que estaban violando ese precepto. O, como suele suceder en estos menesteres, el director de la institución tuvo una "revelación", en la que el Señor le llamó la atención sobre este particular. Claro que, en última instancia, el seminario se siente en todo su derecho porque, de la misma manera que el Nuevo Testamento cambia un montón de cosas del Viejo Testamento, ellos también pueden cambiar de opinión en este caso.

De ordinario, la separación de la Iglesia y el Estado exige una gran deferencia ante las decisiones de las denominaciones religiosas. Pero, el empleo, como forma de ganarse la vida, es un asunto muy serio, y lo que se haga para afectarlo no puede ser hijo de la arbitrariedad y el capricho; si lo es, no debe quedar impune. La religión no puede ser un escudo para que la gente haga lo que le da la gana, violentando derechos y protecciones constitucionales. Los tribunales terrenales no lo deben consentir. Si quieren ser arbitrarios, que vayan al Tribunal Celestial.

1 comentario:

Lourdes M. Collazo (Lulu) dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. La jerarquía de los derechos constitucionales immpone el que no se use arbitrariamente la separación de Iglesia y Estado. En seis años no se habían dado cuenta de que, el que la mujer enseñare al hombre estaba en contra de sus preceptos religiosos. Es el Tribunal terrenal el que debe tener "jurisdicción" sobre este asunto. Ya se había permitido a la mujer dar clases por un término de seis años. Se impone el derecho constitucional al trabajo, a la libertad, a la no discriminación por razón de sexo. La separabilidad debe tener unos línderos cuando se violentan los derechos supremos de un ciudadano escudándose en preceptos tan antiguos como la Biblia misma. Aunque se respete el derecho a la separabilidad, en este caso erró el Tribunal si escudándose en ello dejó de hacer su trabajo y permitió que la Iglesia se escudara en no hacer el suyo, un acto de justicia, de cristiandad.