Tal parece que esas prácticas un tanto rough que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos usan a su arbitrio para lidiar con los indeseables del planeta - y sobre las que el Attorney General todavía deshoja margaritas - son contagiosas. En el estado de Washington, acaban de transigir, por $15,000, un pleito incoado por un individuo a quien se detuvo por, presuntamente, guiar en estado de embriaguez, y como se negara a hacerse las pruebas correspondientes, le metieron un catéter para sacarle la orina y le sacaron la sangre a las malas. Es posible que esos guardias hayan tenido un tour of duty en Guantánamo o en algún lugar de Irak del que no se quieren acordar.
Y eso, que McCain no ha ganado todavía. La "mano dura contra el crimen" reparte golpes por todos lados; suena bien y gana votos. Supongo que se dirá que, al igual que con los "terroristas", hay que usar todas las formas para combatir el alcohol en las carreteras. No se sorprendan si, dentro de poco, en sitios como Guaynabo City y otros en que los coches patrullas están identificados en inglés, se pone en práctica esta modalidad de combatir el crimen de guiar borracho.
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