En el anuncio de la penosa desaparición de un paciente de Alzheimer, se lee que el hombre es "padre y hermano" de una conocida figura puertorriqueña. El error es evidente, sobre todo cuando quien pone el aviso es el hijo del señor y hermano de dicha figura. El disparate, sin embargo, sirve para puntualizar un error frecuente, hijo del afán de abreviar la expresión.
Es común escuchar o leer "mi esposa e hija", algo que, tomado literalmente, sería ilegal, inmoral y contrario al orden público y a las buenas costumbres. Lo correcto, por supuesto es "mi esposa y mi hija", para referirnos a dos personas. La expresión breve es deseable, por muchas razones, pero su consecución no debe llevarnos a disparates o a equívocos. Véase que, a veces, no es posible saber si se trata de una o dos personas, como sería el caso de "mi cuñado y socio", pues podría ser el mismo individuo.
El lenguaje tiene una lógica interna que es necesario respetar, independientemente de que, con frecuencia, sepamos a qué nos referimos o tengamos una buena idea de ello.
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