jueves, 9 de agosto de 2007

La ridiculez nuestra de cada día

El periódico de hoy trae varios ejemplos de una tendencia creciente: la publicación de anuncios de todas clases con el texto parcial o totalmente en inglés. En un país preponderantemente hispanohablante, resulta, cuando menos, curiosa la práctica de comunicar las cosas en la lengua inglesa. Con ello, damos la impresión de que no lo sabemos decir en español o, peor aun, que creemos que el inglés es el idioma de los asuntos importantes, relegando nuestra lengua materna a un papel "casero."

Por ejemplo, se anuncia un torneo caribeño de baloncesto, en español, pero leemos que dos de los países participantes son Dominican Republic y Virgin Islands. Una fundación con fines caritativos anuncia, a página completa, la presentación de Julio Iglesias para recaudar fondos, y el texto es totalmente en inglés. Una compañía farmacéutica anuncia, en inglés, un medicamento para la alergia nasal. Una jornada de obstetricia y ginecología publica su temario en inglés, aunque dos terceras partes de la facultad es de habla hispana.

Parte del problema radica en que los medios de comunicación y las agencias de publicidad están en manos de personas que no conocen bien el español ni les interesa usarlo bien. Muchas veces utilizan textos que les llegan de Estados Unidos, y no quieren pasar el trabajo de adaptarlos o traducirlos. Otras veces las personas que dirigen las entidades privadas son norteamericanos que no hacen esfuerzo alguno por aprender español, y quieren vivir en una especie de burbuja anglófona, aislados de los locals o natives.

Sea cual sea la razón, esta situación, que muchos ven con toda naturalidad, resulta una afrenta para nuestra identidad, y contribuye a disminuir nuestra autoestima como pueblo, pues nos proyecta como hablantes de una lengua de segunda categoría. Además, lleva a muchos a no saber expresar en español las ideas más sencillas. Por último, es un triste legado a nuestros hijos y nietos, transculturados totalmente. El inglés tiene su lugar legítimo en nuestras vidas, pero no es el de suplantar innecesariamente al español en la cotidianidad.

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