En época reciente se informa con frecuencia acerca del uso de cámaras de vigilancia en la lucha contra el crimen. El asunto no es enteramente nuevo, pero el énfasis sí lo es. Puerto Rico llega un poco tarde al uso intenso de la vigilancia electrónica, aunque más vale tarde que nunca.
No debió ser así. Los reparos de índole constitucional han sido infundados. Siempre ha estado claro que no hay "expectativa de intimidad" en los espacios públicos. Lo que está a la vista de todos da igual que lo vean los ojos naturales o los electrónicos.
Las ventajas de las cámaras son manifiestas. Al efecto disuasivo general hay que añadir el de identificar al perpetrador del acto delictivo, mostrando además la forma en que se cometió. Son, pues, testigos inexpugnables, que conducen al esclarecimiento de delitos y la consiguiente condena de los culpables. Su proliferación es una buena inversión y un paso en la dirección correcta hacia un control más racional de la criminalidad en el país.
1 comentario:
En el afán de proteger la privacidad que muchos abogan al implementarse esta medida, olvidan que en los resquicios de la publicidad no existe intimidad.
Es una pena, que sectores que no conocen principios simples del Derecho, indiquen que estos sistemas atentan contra la privacidad. Incluso, si por lo menos citaran a George Orwell, a lo mejor, tendrían un cierto grado de validez en sus planteamientos.
Yo renuncio a mi intimidad en la calle cuando camino, pero no renuncio a mi intimidad en aquello que poseo en mi vestimenta.
Debemos diferenciar el acto público del contenido de mi persona. Son dos cosas distintas.
Muy buen blog.
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