Pues, realmente no es así. El titular del periódico dice: «Lluvias mitigan el inicio de un racionamiento». Ocurre que lo que se mitiga es un daño, natural o creado por el ser humano; en este caso, la lluvia mitiga la sequía prolongada que hemos padecido. El racionamiento es una medida cautelar o de emergencia, según sea el caso, para los abastos de agua en algunas zonas del país. Por más antipático o inconveniente que resulte el racionamiento, no es la «desgracia» o el «mal» que se contempla en este contexto lingüístico.
Debió decirse que las lluvias aplazan, cancelan o posponen el comienzo del racionamiento.
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