La Organización Mundial de Salud ha pedido que se regule de manera estricta la industria de los cigarrillos electrónicos, cuyos efectos no son del todo conocidos todavía. Al igual que ocurrió con los cigarrillos regulares, se pide a los fabricantes una advertencia sobre el peligro potencial para la salud, controles de publicidad dirigida a menores de edad y prohibición de fumar en espacios públicos. Aunque ya la Unión Eurpea se ha movido en esa dirección, en este lado del Atlántico -- de tradición más contenciosa -- se anticipa una trayectoria más litigiosa para proteger la salud del ambiente en torno de los nuevos fumadores.
Las tabacaleras, que ya se aprovechan de este nuevo y lucrativo mercado, pelearán esto «como gato boca arriba».
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