Por lo que se ve, el centro de detención en Guantánamo seguirá siendo «territorio apache» en lo que al Derecho se refiere. Las instancias apelativas de Estados Unidos ponen su sello de goma a las prácticas de los militarotes. Hace un par de días, la «cancha» de Obama, es decir, el Tribunal de Apelaciones para el Distrito de Columbia, declaró ha lugar a la solicitud «urgente» del Gobierno para aplazar el cumplimiento de la propia orden de este Tribunal de cese a los registros genitales a los detenidos. Estos registros se hacen luego de las visitas de los abogados, alegadamente, para detectar contrabando, pero es evidente su propósito humillante, parte de la guerra sicológica contra estos presos. Ello resulta más marcado, toda vez que se ha rechazado la aplicación de métodos menos intrusivos y degradantes.
Obviamente, el Gobierno de Estados Unidos pretende tener mano libre para manejar a los detenidos en Guantánamo. El Poder Judicial de ese país ha sido muy tímido en exigir que la Constitución y las leyes se apliquen en ese recinto americano en Cuba. En esto y en otras cosas se nota que, aunque con gran disimulo, son los militares los que mandan en la «república bananera» del Norte.
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