Es un caso de surrealismo jurídico con ribetes kafkianos. Hace 32 años, un tribunal apelativo en Texas dejó sin efecto una condena a muerte y ordenó un nuevo juicio, que todavía no se ha celebrado. El acusado tiene un coeficiente mental de 51, por lo cual no es ejecutable, pero en una increíble sucesión de eventos, su caso ha permanecido en un limbo procesal que lo mantiene preso sin que se cumpla el dictamen de hace tres décadas. Nadie parece saber qué hacer con él.
Ah, sí...el hombre es negro...
1 comentario:
Alberto:
Es que por algo se llaman de Lone Star de los EE UU. No puedes esperar mucho de ellos. Los tejanos no son bien queridos en EE UU. Ellos son como los ponceños: soberbios. Así que no esperemos mucho de ese estado que pide la separación a gritos.
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