Año Nuevo, pero nada nuevo en muchos aspectos de la vida institucional del Derecho en lugares importantes como Estados Unidos. Prueba al canto. El Congreso ha aprobado la extensión de la ley conocida como FISA (Foreign Intelligence Surveillance Act), la cual le concede amplísimos poderes al gobierno para espiar las conversaciones y mensajes por todos los medios en los que una de las partes sea extranjera, sin necesidad de obtener una orden judicial. Se trata de una de esas leyes que hace tiempo se aprobaron con la excusa de combatir el terrorismo, pero que, en efecto, laceran el derecho a la intimidad de los ciudadanos de Estados Unidos y del resto del mundo en su contacto con ellos. Irónicamente, ésta es la clase de práctica que tanto se le critica a los países totalitarios.
Lo cierto es que Obama llegó al poder con grandes promesas de cambio, pero ha sido más de lo mismo en estos asuntos de «seguridad nacional», concepto con el cual se justifican desmanes de todo tipo, con el contubernio del Congreso y el aval de una judicatura dócil. Legislación como ésta demuestra que es posible manipular la legalidad para torcer el Derecho y burlar la Justicia, autorizando con ello prácticas fascistas.
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