El país se desborda en empatía con la madre puertorriqueña que lucha por la custodia de su hijo, que ella considera erróneamente concedida al padre extranjero y alegadamente abusivo o descuidado. Pero, es el caso que el asunto fue dilucidado en California, donde ella gozó de representación legal. Lo que no puede apoyarse es que ella haya decidido «hacerse justicia» reteniendo al niño aquí, luego de obtener permiso del tribunal californiano para traerlo de visita. Admitir eso sería aplaudir el desacato y menosprecio de la autoridad de los tribunales cuando a uno no le guste su dictamen. Los recursos que ahora se ponen a su disposición pudieron haber sido gestionados antes por ella, para denunciar el alegado maltrato del padre y pedir la reconsideración de la adjudicación de custodia a él. Aunque puede entenderse la angustia de la madre, estos asuntos hay que ventilarlos en los tribunales, donde existe la posibilidad de prevalecer o quedar vencido. De otra manera, es el caos social, que una vez nos favorecerá en nuestros intereses personales, pero otras no.
El que siempre perderá será el estado de Derecho.
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