La RAE no le hizo caso a Tito Puente. Por lo menos, tuvo la deferencia de esperar a que se muriera, para darle cabida a la voz salsa, con la acepción musical que conocemos, pero que el «Rey del timbal» rechazaba. Puente siempre criticó que este género de la música caribeña tuviera ese nombre. Para él, la salsa era el aderezo o el producto de la cocción de ciertos elementos culinarios. Pero, la aceptación del término era ya mundial, y la Academia se rindió en la 22da edición del Dicccionario, publicada un año después de la muerte de Tito.
Quizá él debió darse cuenta de que nombrar esta música tan sabrosa como salsa tiene mucho sentido, atendida las dos primeras definiciones. Véase que la primera es: «Composición o mezcla de varias sustancias comestibles...» y la segunda es: «Cosa que mueve o excita el gusto».
¡Pues ahí está! Si eso no es lo que la «salsa» musical hace...
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