La presencia avasallante de lo comercial y lo corporativo en la vida puertorriqueña ha llevado a que se adopte una nomenclatura asociada con ese mundo, para referirnos a cosas a las que no les va bien ese vocabulario. Por ejemplo, hoy, en un anuncio de esos que se publican para advertir del posible efecto adictivo de los múltiples juegos basados en las loterías del Estado, se insta a que quien note este descontrol «llame a su proveedor de salud mental», como si se tratara de una mercancía o producto. ¡Bonita forma de referirse a un consejero, psicólogo, psiquiatra o terapista!
La salud, física o mental es una condición o estado del individuo, que se procura con la intervención de un profesional, cuando hace falta. Pero, esa persona no es un «proveedor», en el sentido de «abastecer» de cosas materiales para la susbsistencia. Lo que ocurre es que, con la privatización de los servicios de salud, se ha adoptado -- principalmente del inglés, en nuestro caso, -- lo de health care provider, salido de esos arreglos corporativos que ahora manejan la salud del pueblo.
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