Los que tenemos el afán de cuidar la expresión oral o escrita debemos abstenernos de hacer juicios muy apresurados, para evitar ver incorrecciones donde no las hay. Con frecuencia, leo palabras o expresiones que, de primera intención, me parecen equivocadas, pero no lo son. Eso me ha ocurrido hoy, al leer en una crónica deportiva: «Pregunta una vieja paradoja: ¿qué sucede cuando una fuerza imparable choca con un objeto inmoble?». Mi reacción inicial fue pensar que debió decirse inmovible, pero una consulta rápida al diccionario me reveló que «inmoble» es correcto, aunque no es lo usual por estos lares.
Menos mal que no intenté corregir al periodista, que es mi hijo Alberto Carlos Medina Gil, quien, a pesar de ser bisoño en estas lides, ha aprendido de su viejo la importancia de consultar el diccionario.
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