domingo, 22 de marzo de 2009

«Y, ahora, ¿quién podrá defenderme?»

El juicio de Acevedo Vilá ha tenido una secuela que resulta interesante y reveladora. El carterazo de la esposa de Hernández Agosto a la amplia frente de Héctor Ferrer y los amagos de sobrinos de Aníbal contra el pronto ex Presidente del Partido Popular, constituyen, prima facie, delitos graves, supongo, por cuanto ocurren en las instalaciones de un tribunal, como sería en el caso de nuestra jurisdicción. En cualquier caso, ha sido una situación poco edificante, to say the least.

Dejando a un lado el malestar contra Ferrer que estos actos revelan, resulta irónico que, acabando de salir de una sala donde se produjo un veredicto absolutorio, se produzcan unas violaciones de ley que, incluso, requirieron la intervención de los «odiados» alguaciles federales. Ni pensar, por supuesto, en acudir a la «desacreditada» Fiscalía federal para presentar cargos por esta agresión, las tentativas de otras y la disorderly conduct, en general. Supongo que, en lo que le queda de vida institucional, el PPD y todos sus acólitos no invocarán la jurisdicción penal federal, no matter what. Así que esta conducta delictiva quedará impune...como la otra.

La vida es muy curiosa. A veces, en el afán de uno salirse con la suya, se asumen posturas que, algún día, - o ese mismo día - resultan contrarias a los intereses propios. Ahora, si se quisiera proceder en este caso, ¿qué buena fe y credibilidad se le ha dejado a ese Ministerio Público? Cuando se acuse a un funcionario de este gobierno, ¿aceptarán los seguidores de Aníbal que se trata de una «patraña»? ¿Les parecerá suficiente la prueba circunstancial o exigirán una prueba abrumadora, directa y perfecta de culpabilidad?

Esto no ha sido, no es, ni será una defensa del aparato federal. Distinto de Aníbal y de sus admiradores, rechazo la presencia federal en Puerto Rico in toto y siempre, sin que dependa de si sus funcionarios son buena gente o simpáticos. Mis comentarios giran en torno de las cuestiones jurídicas que presentaba este caso y de sus implicaciones para quienes defienden el coloniaje que permite esa injerencia de Estados Unidos en nuestro país.

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