La soberbia hegemónica de Estados Unidos de América lo lleva a rechazar, abierta o surrepticiamente, todo aquello que provenga del Derecho Internacional o que sea iniciativa extranjera. El americano piensa y siente que lo ajeno es siempre inferior, y que aceptar algún ordenamiento internacional es señal de debilidad o el reconocimiento de que otros puedan tener razón, algo que un imperio no debe tolerar nunca. De ahí que los americanos son muy reacios a firmar acuerdos, compromisos, convenciones o tratados que los obliguen a cumplir con alguna directriz, aunque sea eminentemente positiva. Cuando firman uno de esos instrumentos internacionales, tardan muchísimo en ratificarlos o nunca lo hacen.
La nueva modalidad de rechazo se viene dando al nivel de los estados, los cuales en esto y en otros asuntos se han «sublevado» contra el Gobierno federal, especialmente el de Obama, por razones que ustedes y yo sabemos. Como es el caso de Idaho, que se niega a acatar la Convención de La Haya sobre el Cobro Internacional de Pensiones Alimentarias y Otras Formas de Manutención Familiar. Con ello se une a otros estados que han aprobado legislación que prohíbe que sus tribunales reconozcan dictámenes judiciales foráneos. En algunos casos, la prohibición es que se ponga en vigor lo basado en el derecho islámico; en otros, en cualquier sistema jurídico distinto del de Estados Unidos.
En fin, lo mejor que le puede pasar a un extranjero alimentante irresponsable es que su exesposa se mude para Estados Unidos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario