No se piensa en lo que se escribe. Leo en el diario: «El futuro de la corporación pública, que está en un delicado proceso de negociación para manejar su descomunal deuda, es esencial para el desarrollo de la Isla». Bueno, el futuro siempre es esencial, pues sin él nada hay.
En serio, no es el futuro de la empresa lo que resulta esencial, sino el buen funcionamiento o el éxito. Aquí el titulista perdió de vista la relación conceptual entre el sujeto y el predicado. Refiriéndose a la situación de la Autoridad de Energía Eléctrica -- entidad de importancia medular para el país -- expresa un pensamiento incompleto. El futuro puede ser bueno o malo. Obviamente, el malo no puede ser «esencial para el desarrollo de la Isla». Es solo el bueno o exitoso el que lo será.
Al escribir esto, al titulista se le «fundió» el cerebro.
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